viernes, 5 de febrero de 2016

La bodega más antigua de #Valencia tiene ¡¡800 años!!

Mª Carmen González/Fotos: Fernando Murad
Posiblemente hemos paseado decenas de veces por los alrededores de la calle Baja y de la plaza del Árbol de Valencia sin percatarnos de un gran tesoro escondido: los restos de la bodega más antigua de la ciudad. Se trata de un ‘celler’ (bodega en valenciano) que pertenecía a una casona agrícola señorial del siglo XIII, concretamente a años cercanos (y posteriores) a la conquista cristiana de la ciudad en 1238.

El hallazgo de estos restos se produjo de manera casual a finales de los años 90, cuando se demolieron algunas viviendas de la zona y se excavó para construir los garajes y cimientos de 21 viviendas de VPO. En la actualidad, esta antigua bodega forma parte de la sede de Proava (Promoción Agroalimentaria de Calidad de la Comunidad Valenciana), organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo principal es la promoción de los productos agroalimentarios valencianos.

El ‘celler’ se encontraba en el sótano de una casa agraria a la que se accedía a través de una empinada escalerilla por lo que hoy es la calle Baja, en aquellos tiempos fuera de las murallas que rodeaban la ciudad. Estamos hablando de la antigua muralla árabe, ya que la cristiana no se construyó hasta un siglo más tarde, impulsada por el rey Pedro el Ceremonioso.

En esta bodega se almacenaba vino y se cree -aunque aún no se ha podido demostrar por completo- que también se pudo elaborar. De hecho, en la excavación se encontraron tinajas y quedan restos de cuatro depósitos situados a diferentes alturas para el filtrado y decantación de los vinos. Lo que no parece nada probable es que se comerciara con ellos. Serían vinos para el consumo propio de la familia propietaria y para intercambiar por otros productos. En este almacén también se guardarían aceite y cereales.

El recinto, en cuya construcción se utilizó el tapial en costra (tierra prensada con capas de cal), tiene planta rectangular y unas dimensiones de siete por cinco metros. Sus muros alcanzarían los cuatro metros de altura. El espacio central tiene un banco corrido y un arco rebajado. A la obra que encontramos hoy en día se añadieron dos arcos de sillería recuperados del derribo de la edificación que existía en la calle Baja, 31.

Desconocemos cuánto tiempo estuvo en funcionamiento esta bodega, pero lo que sí se sabe, por los restos encontrados, es el uso que se le dio posteriormente al recinto: casa para tintes (aprovechando los antiguos depósitos de vino), telar e incluso cementerio.

Uso actual

Como decíamos, los restos de esta antigua bodega se han incorporado al espacio que tiene Proava como sede en la calle Baja, 29. Tras su descubrimiento, se llevaron a cabo labores de restauración y acondicionamiento del lugar, con el objetivo de eliminar añadidos de siglos posteriores –como una escalera o un pozo de agua– y devolver el celler a su estado original del siglo XIII.

Los restos de la antigua bodega son visibles desde la calle, concretamente desde la plaza del Centenar de la Ploma, a través de grandes ventanales incorporados a la moderna edificación que se construyó encima. Asimismo, pueden verse desde el interior de la sede de Proava, tanto una parte descubierta como otra cubierta bajo grandes paneles de metacrilato.

Tras el acondicionamiento del lugar –tarea en la que aún resta alguna obra más–, Proava intenta darle nueva vida y nuevos usos, siempre relacionados con el elemento objetivo de su creación: el vino. Así, ya ha organizado varias catas y algunas visitas, y baraja diferentes ideas para darle una nueva utilidad, como crear un centro de interpretación del vino, sala para exposiciones temporales o espacio para realizar talleres sensoriales, entre otros. En cualquier caso, el objetivo sería divulgar la cultura vitivinícola valenciana.

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